Los patios de Córdoba volverán a ser visita obligada para los aficionados de LaLiga Hypermotion, después de que el equipo de la ciudad consiguiera una salvación holgada en su retorno a la categoría de plata. Como si en ellos hubiera una petición de silencio continua, el cuadro blanquiverde se hizo acreedor de la salvación apenas sin hacer ruido, como cubiera su buena temporada tras los estruendos de Deportivo de La Coruña, Málaga y Castellón, los otros tres recién ascendidos, quienes, por diferentes motivos, coparon a menudo titulares.
No hace de menos esto el hecho de que fuera el conjunto de Iván Ania el mejor de los cuatro que provenían de Primera RFEF; seguramente así, con sigilo, pero con regularidad. Merced a esta, en solo dos ocasiones enlazó dos derrotas consecutivas o más; la segunda, con la permanencia ya debajo del brazo, en un uno de doce final que no empaña el desarrollo de una campaña tan tranquila que en el Nuevo Arcángel empezaron a edificar la venidera con tiempo. Falta hará, porque se van algunas piezas de valor y, con todo, hay situaciones que mejorar.

La defensa, la asignatura pendiente
Sobre todo, el Córdoba está obligado a mejorar sus guarismos defensivos, puesto que los 63 goles encajados por los blanquiverdes se antojan excesivos (solo los descendidos Racing de Ferrol, con 64, y Cartagena, con nada menos que 78, recibieron más tantos). Más de un fallo de concentración o de alguna mala entrega le costó caro al equipo de Iván Ania, que al querer ir arriba a la presión y ser protagonista acababa desprotegido a veces, un riesgo para algunos que lo pareció menos por los resultados, pues solo estuvieron tres jornadas en descenso.
Rubén Alves dio otro aire al llegar en enero a esta parcela, fruto del liderazgo ya conocido en otras experiencias en Santander o Tenerife. Vino a compensar, con ese punto de veteranía, otra circunstancia que también pesó en ocasiones, la juventud de piezas como Marvel, un central de una exuberancia física tremenda pero que acusó el salto de categoría. Arropar mejor (y/o antes) a Xavi Sintes quizás fue una asignatura pendiente, pero tampoco se trata de criticarlo todo: lo cierto es que el Córdoba fue, en muchos partidos, un equipo estimulante y atractivo de ver.

Un Córdoba dinámico y que cuida el esférico
Ubicado a menudo en un 1-4-2-3-1; a veces convertido en un 1-4-3-3 con conductas similares, el conjunto de Iván Ania compitió con la segunda plantilla más joven, solo por detrás del Mirandés, y con una idea aplaudida con frecuencia, que pasaba por la tenencia del cuero y la verticalidad, que explotó, sobre todo, a partir de sus jugadores exteriores, desde Albarrán, lateral derecho que sumó cuatro goles y dos asistencias, hasta Jacobo González y Carlos Carracedo, los extremos, que participaron en quince y en dieciséis tantos, respectivamente.
El dueño del centro del campo, con el permiso de Isma Ruiz, otrora promesa del Granada y que por fin halló un lugar donde tener continuidad, el dueño fue Álex Sala, uno de los mejores centrocampistas de la categoría por la conjugación de números (cinco goles y cinco asistencias) y juego (fue el octavo jugador con más pases clave de la categoría, 68, con un interesante 80,9% de acierto en la entrega). Y en la mediapunta, un Zidane, Théo, el hijo del astro, un gigante de 196 centímetros que, eso sí, mostró más irregularidad que otra cosa.

Un pilar se queda, otro se va
De cara a la temporada 2025/26, el Córdoba consiguió asegurarse meses atrás la continuidad de su entrenador, un Iván Ania que iniciará su tercer curso consecutivo al frente de un proyecto que se dice ambicioso, teniendo en cuenta que pertenece al príncipe de Baréin, Nasser bin Hamad Al Khalifa, aunque se muestre contenido -lo cual no se ha de entender como crítica: busca edificar sobre unos pilares sólidos-. No podrá hacer lo mismo con su máximo goleador, Antonio Casas, autor de diez dianas y cuyo adiós, tras cuatro años, ya ha sido anunciado.
