La suplencia de José ante el Levante UD implica que ningún atacante haya sido titular en todas las jornadas de liga
Dice el tópico que los delanteros viven del gol, aunque los técnicos tienden a negar la mayor. Ponen en valor otro tipo de trabajo… aunque es indudable que no marcar pesa. En el arranque de la temporada del Real Valladolid, los jugadores llamados a ocupar las posiciones más avanzadas apenas han visto puerta, y lo que es todavía peor, con contados momentos excepcionales, tampoco han brillado.
Indudablemente no todo es culpa suya. Quizá al contrario, pues, tal y como se ha contado con anterioridad en estas líneas, el problema es principalmente de generación, de lo que pasa por detrás. Incluso a pesar de que se crean ocasiones, pues es justo reconocer que ha habido partidos de alta producción ofensiva, puede decirse que falta fútbol.
Mientras en tres cuartos continúa el empecinamiento de Paco Herrera con Míchel, aunque no está siendo determinante como debiera o como se espera, alrededor todo cambia, por si acaso el problema es de otros (que “sí pero”). Así, y tras la suplencia de José en el Ciutat de Valencia, no hay un punta que haya sido siempre titular.
El canterano, obcecado y obsesionado con el gol desde que marcó en la primera jornada para dar los tres puntos, formó de inicio en siete ocasiones, las siete anteriores al enfrentamiento de este fin de semana pasado ante el Levante. Mata lo hizo en las seis primeras jornadas, por las cuatro de Iban Salvador, el primero en desaparecer en beneficio de Drazic, frente a la salida de Mata del once para dar entrada a Villar.
Se antoja un bagaje escasísimo el haber marcado solo cinco goles en ocho partidos (el sexto, el de Iván López, fue en propia), y lo cierto es que esta falta de efectividad viene de las primeras jornadas, si bien fue en las que mejor imagen dio esta parcela. De esos cinco tantos ‘propios’, cuatro han sido obra de los hombres de ataque. La media, por tanto, lo dice todo: los delanteros meten un gol cada dos encuentros.
Así pues, parece lógico que no haya ningún punta insustituible. Ahora bien, si un atacante es más que la finalización, ¿por dónde debe pasar el futuro inmediato de la vanguardia blanquivioleta? Suena evidente, pero por donde Paco Herrera quiera. En base a lo que desee que haga el equipo, deberá contar con unos u otros, algo que dice más de la obviedad que encierra.
Y es que durante las primeras jornadas el ataque se caracterizó por su alta actividad, por una presión alta y movimientos continuos al espacio o buscando generar superioridades en según qué zonas del campo. A partir del instante en que José desapareció del centro de la actividad (si bien no tiene porqué ser esta la única razón), la línea ofensiva se ha ido anclando de manera paulatina.
Drazic primero y –sobre todo– Juan Villar y Raúl de Tomás después se han convertido en alternativas más posicionales, lo cual, de por sí, no tiene porqué implicar nada malo. Con ellos se ha buscado tener una mayor presencia posicional que derive en una mayor generación de peligro, además del hecho de que ambos son jugadores presuntamente con gol.
Sucede que Juan Villar no ha alcanzado todavía está lejos de su mejor punto de forma, mientras que a Raúl de Tomás le está faltando acierto. Y, ante la falta de capacidad que está mostrando la línea de centrocampistas, nada ha cambiado, ni tan siquiera en el último envite, en el que solo jugaron de inicio ellos dos, con Míchel y Álex López buscando tener una mayor presencia en su zona de influencia.
Ante la baja de Jaime Mata, que cumplirá su segundo partido de sanción, y la previsible de Iban Salvador, que se irá con Guinea Ecuatorial (algo que, en todo caso, no ha sido todavía oficializado), las alternativas de cara al choque ante el Alcorcón pueden ser incluso menores. Por ello, no es descabellado pensar en que habrá continuidad a ese último esquema, como tampoco que Herrera vuelva a cambiar, puesto que, al final, nada de lo que ha probado hasta ahora ha descollado.