Manuel Retamero analiza la victoria del Real Valladolid ante el Nàstic de Tarragona, desde los sustos iniciales a la goleada.
En el comienzo del partido, por las dos ocasiones del Nàstic, pudimos temernos lo peor. Primero porque su referente, Powel -quien, por cierto, pediría el cambio más tarde y sufre una rotura fibrilar en el cuádriceps que le mantendrá de baja entre tres y cuatro semanas- en el minuto siete golpeaba el balón fuera ante la presencia de Jaime, después de aprovechar una pérdida de Nafti, un buen pase de Bargas y buscar el espacio entre nuestros centrales para plantarse delante de Jaime y golpeó al lado izquierdo de nuestra portería.
Tomamos aire por un instante, y después de ver el balón lentamente salir por la línea de fondo, pasamos a respirar con más calma, pero los sustos no acabaron ahí. En el minuto diez, Hugo Bargas tuvo otra ocasión intentando sorprender con un golpeo que salió fuera y nos metió miedo en el cuerpo.
Dos avisos terminaron por no ser más que eso, porque ahí acabó todo lo que podía ofrecer el Nàstic. Tras su presión inicial adelantada con Powel y la ayuda de Hugo Bargas, el equipo de D’Alessandro se vio desbordado. La libertad que tenía Moran dejaba más libre el camino por su lado y quizás faltó Álvaro Rey en la izquierda como la jornada anterior ante el Almería, contra quien, para mí, fue de lo más destacado con Juste, que dejó atrás en la primera mitad la bisoñez de su juventud para tomar el mando de las acciones ofensivas por la derecha.
Nosotros caíamos en precipitación en los pases para poder salir de esa presión, con lo que corríamos el riesgo de perder el balón en la zona de iniciación, una zona en la que la portería de Jaime estaba muy cerca para los jugadores catalanes.
También nos faltó más circulación para evitar el embudo que por momentos nos dejaba sin salida. Con Morán en la izquierda, pero con libertad de movimientos en lo ofensivo, en la zona central se acumulaban más contrarios, pero, insisto duro muy poco el susto y poco a poco el Real Valladolid se fue encontrando más a gusto.
Empezó a tener una mejor circulación de balón gracias a los apoyos de Víctor Pérez para descongestionar, ayudar a Nafti y así dar salida al balón con más claridad a nuestras bandas y poder enganchar por queéno con Óscar, -cuya posición sigo pensando que es muy importante y que dando lo que tiene nos dejará seguro más tardes como las de la pasada jornada-.
Además me gustaría destacar el tercer gol, ya en los minutos finales de la primera parte, emulando los inicios del contrario, con presión arriba, pero nosotros tenemos una grandísima diferencia, la calidad de nuestros jugadores, la asimilación de lo que quiere el míster y su consecuente aplicación hizo que pudiéramos ver el tres a cero en el marcador con presión, recuperación del balón en zona de finalización y pase de Víctor Pérez a Óscar para que este último de vaselina redondease una primera parte de sufrimiento, paciencia y estilo de juego sin prisas y con las cosas claras. ‘Me gusta’ como dirían en las redes sociales.
Un equipo que poco a poco ha ido creciendo, y ya estamos metidos de lleno en la segunda vuelta afirmando nuestro estilo en cada partido, con unos buenos resultados y una gran evolución de este equipo comandado por Djukic. Hoy más que nunca: ‘Somos Valladolid’.
No obstante, mantengo mi apuesta por la euforia contenida porque estamos acostumbrados a pocas alegrías, y aunque de momento es lógico que estemos contentos con la marcha del equipo y su respuesta, queda mucho camino por delante.
P.D: ¿Nos vemos en Córdoba?