La dirección deportiva del Real Valladolid se ha decidido de cara a la temporada ya vigente por la juventud y potencialidad de Joaquín Fernández, hasta ahora capitán del Almería

Una de las principales preocupaciones de Miguel Ángel Gómez desde su llegada al Real Valladolid el verano pasado ha sido la de poder capitalizar el club. Debido a los condicionantes económicos con los que ha tenido que contar, no ha podido hacerlo en la medida que le hubiera gustado, sin ir más lejos, tras el ascenso a Primera, cuando partía con una idea que la inflación del mercado y la obligación de pago de la deuda ha obligado a un cambio de plan y se han confirmado más préstamos que adquisiciones de jugadores en propiedad. No obstante, sus convicciones han llevado al director deportivo a apostar de manera clara y decidida por llevar a cabo dos traspasos, el de Rubén Alcaraz y el de Joaquín Fernández.
Aunque el fichaje del defensor se ha demorado hasta el último día de la ventana de transacciones, desde hace semanas era el escogido para reforzar el centro de la zaga. Si bien se valoraron otras posibilidades, principalmente por mor de la inexperiencia del andaluz en Primera, en el seno de la dirección deportiva la confianza en sus características y en su potencial era total desde el principio, por mucho que formara parte de una UD Almería decepcionante el pasado curso. Finalmente se optó por la apuesta, no por algo que fuera más seguro en apariencia pero con menos recorrido.
Y esa apuesta conlleva ciertos riesgos, puesto que según diferentes fuentes la compra está cerca del millón y medio de euros más variables, pero ostentar el cargo de Gómez, y él lo sabe, conlleva decidir. En este caso, entre la comida rápida y utilizar la receta de la abuela, a riesgo de que el guiso no salga como uno desea y a la postre haber escogido al cedido o al veterano resulte que era la mejor opción.
Sucede que, como confirmó el dirigente días atrás en la Cadena SER, Joaquín está catalogado, junto a Calero, como el mejor central joven de la Segunda División del año pasado. Partiendo de esta base, así como de su procedencia, cabe recordar otras ventas protagonizadas por jugadores que iban a militar en conjuntos de la Liga 1|2|3:
- Sidnei (29 años). Del Deportivo al Betis. Tres millones y medio de euros.
- Fabian Schär (26 años). Del Deportivo al Newcastle. Tres millones de euros.
- Federico Barba (25 años). Del Sporting al Chievo Verona. Tres millones de euros.
- Lucas Torró (24 años). De Osasuna al Eintracht. Un millón y 750.000 euros.
- Ximo Navarro (28 años). De la UD Las Palmas al Alavés. Millón y medio de euros.
- José Ángel Pozo (22 años). De la UD Almería al Rayo Vallecano. Un millón de euros.
- Pedro Bigas (28 años). De la UD Las Palmas al Eibar. Cedido con opción de compra de tres millones.
Pozo al margen, Joaquín es el más barato de los citados, así como el más joven. Si bien Sidnei cuenta con un gran recorrido en la élite y Schär de hacerlo además en el Mundial de Rusia, venían de un descenso (teórica pérdida de valor), como Ximo Navarro. Además, los tres son más mayores que el nuevo futbolista blanquivioleta, lo que en términos de potencialidad y rentabilidad a futuro lo sitúa por delante (si bien los otros pertenecen ya a equipos con mayor poder adquisitivo, lo que reduce una posible sensación de “caro”).
Otros como Barba o Lucas Torró pueden resultar más comparables por su menor recorrido –aunque Barba llegó al Sporting con un puñado de partidos en la Serie A–. Y Joaquín también ha costado menos que ellos. Por lo tanto, puede decirse que el precio pagado está dentro del mercado incluso cuando las apreturas económicas del Real Valladolid y su falta de experiencia en la máxima categoría pueden hacer que se valore de otra forma.
Sin embargo, otra de las condiciones del traspaso que hay que valorar es la extensión del contrato –cinco años–, que hace que la cantidad económica (amortización) que cuenta La Liga en sus límites para esta temporada no vaya a ser tan elevada como aquella a pagar; solo computa la cuarta parte (más ficha), lo que en el corto plazo hace que compute lo mismo o menos de lo que podría costar un futbolista como Vallejo, otra opción en este mercado, o como Gálvez, recién firmado por el Rayo Vallecano.
La rentabilidad final solo se podrá medir a través del rendimiento que ofrezca el almeriense, pero, como antes con Alcaraz, se ha optado por una vía de desarrollo que va más allá de esta temporada. Así, se ha preferido emplear 700.000 euros –por poner una cifra orientativa– en un futbolista quizá menos hecho pero que llega en propiedad con un contrato largo y se puede revalorizar antes que en otro que, costando algo similar, no tenga casi opción de reportar beneficios en el futuro como se cree que puede suceder con Joaquín. La única contrapartida (aunque importante) es que un bajo nivel conllevaría que haya que hacer frente a la amortización del jugador habiéndose devaluado.

Lo que ha gustado de Joaquín
Todas estas cuestiones han sido tenidas en cuenta, claro está, después de valorar las condiciones futbolísticas de un Joaquín que ha sido titular en las dos primeras jornadas de la presente Liga 1|2|3. Gracias a estas dos participaciones, ha alcanzado las ochenta entre la categoría de plata del fútbol patrio y la Copa del Rey, que suma a las 98 previas en Segunda B, iniciadas con apenas dieciséis años.
Por tanto, a sus veintidós años posee una experiencia nada desdeñable en escalones más bajos, en los que el buen hacer le permitió probar con el Liverpool y estar bajo el foco de otros grandes clubes y ser internacional en categorías inferiores con España. Lo fue inicialmente como mediocentro, una posición en la que comenzó y desde la cual se adaptó a la defensa con Ramis.
Esta polivalencia, que le ha permitido volver al centro del campo en algún momento puntual, guarda relación con sus buenos conceptos técnicos y tácticos, así como de un físico que si bien en apariencia no resulta fuerte, sí lo es; es fibroso, contundente y firme en el corte y va bien por alto, merced a sus más de 180 centímetros.
En Los Juegos del Mediterráneo, y ante la falta de equilibrio en ocasiones, ha llegado a ser señalado como un posible sustituto de un Borja Fernández con el que compartió y compartirá vestuario. También, por su jerarquía, relacionada con que era el único futbolista en plantilla nacido en Almería, con la suma de minutos y partidos pero sobre todo con su juego, no descollante a ojos del gran público debido al contexto en el que se ha encontrado, pero que le hizo ganarse a la afición y los galones que venía luciendo como primer capitán rojiblanco.
Esta circunstancia habrá invitado a no ver la falta de experiencia en la élite como un impedimento en su fichaje, a pesar de que ninguno de los cuatro centrales había militado antes en Primera (Kiko Olivas apenas había disputado seis encuentros en la disciplina del Villarreal). Además, y volviendo al concepto de apuesta, se ha tenido en cuenta la potencialidad que la dirección deportiva ve en él para crecer, a priori sin prisa, puesto que si bien incrementará el nivel competitivo de la posición, el buen rendimiento inicial de Olivas y Calero hace pensar que, por lo menos por ahora, no estará exigido por la titularidad. Pasará de capitán general a joven consorte, de cabeza de ratón a cola de león. Y pese al fuerte desembolso, por lo que enseñó en el Almería, ¿por qué no ser optimistas?
