Durante décadas, lo de llenar el depósito ha sido un acto reflejo al ver la manecilla cerca de la reserva. Llegar a la gasolinera, escoger surtidor y completar hasta que la pistola haga clic. Pero, sin embargo, cada vez más especialistas en mecánica coinciden en que esta costumbre tradicional no es necesariamente la más eficiente ni la más saludable para tu vehículo.
En lugar de esta práctica común, recomiendan repostar tu depósito con un sistema que, aunque pueda sonar novedoso, responde a criterios de protección del motor y de estabilidad mecánica: el conocido como repostaje por tramos. Lejos del común “lleno y me olvido”, esta estrategia propone mantener siempre un rango intermedio de combustible que evita tanto la reserva prolongada como el depósito rebosante.
Según explican los expertos, este método surge como respuesta a dos prácticas extremas que dominan en la conducción cotidiana. Por un lado, quienes circulan con el depósito prácticamente vacío para “no cargar peso”; por el otro, quienes llenan siempre hasta arriba para obtener la sensación de seguridad de tener autonomía de sobra. Ninguna de esas fórmulas resulta óptima.
¿Por qué llenar depósito por tramos es mejor?
El sistema consiste en dividir el depósito en tres franjas imaginarias: baja, media y alta. Los expertos recomiendan evitar tanto la franja baja como la alta, y moverse siempre entre la media y el inicio de la superior. No se trata de echar “lo justo” ni de llenar sin pensar, sino de mantener una reserva estable que impida que el vehículo funcione en condiciones extremas. ¿El motivo? Cada una de esas franjas tiene un impacto directo en el funcionamiento interno del coche.
Cuando se circula habitualmente en reserva, el tanque queda expuesto a un enemigo invisible: la humedad. Cuanto más vacío está, más aire ocupa su interior y más se condensa esa humedad en forma de pequeñas gotas que acaban mezclándose con el combustible. En los motores diésel, especialmente, es una amenaza seria: el agua deteriora componentes, provoca corrosión y altera la eficacia de los inyectores. Mantenerse siempre en la franja media dificulta ese fenómeno, porque reduce la presencia de aire y limita la condensación.
Además, la reserva es el territorio donde se acumulan los sedimentos. Con los años, en el fondo del tanque se depositan impurezas que no generan inconvenientes mientras el nivel de combustible permanece estable. Pero al circular con poco carburante, la bomba aspira desde zonas profundas y arrastra esos residuos hacia el filtro. El método por tramos evita que el vehículo llegue a esa zona crítica, reduciendo el riesgo de obstrucciones y daños que pueden desencadenar averías costosas.
Consumo real y estabilidad mecánica
El exceso de combustible tampoco es inocuo, pues, aunque no daña directamente el motor, llenar hasta el borde no aporta ventajas de consumo y puede favorecer un fenómeno silencioso como la evaporación. En depósitos expuestos al calor, los vapores se expanden y se escapan por los mecanismos de ventilación del sistema, así que si aparcas fuera de casa, en verano estás perdiendo dinero. Y no, no es una pérdida dramática, pero sí es constante. El método por tramos, al evitar niveles máximos prolongados, reduce estas pequeñas fugas y mantiene el combustible en mejores condiciones.
A nivel de consumo, los especialistas insisten en que el peso adicional de un tanque lleno apenas influye, pues la diferencia de algunos litros no altera la eficiencia del vehículo, pero lo que sí lo la altera es la constancia. Un coche que funciona siempre en la zona media del depósito trabaja con presiones estables, evita esfuerzos extra de la bomba y mantiene la inyección en un entorno más homogéneo. En la práctica, eso se traduce en una conducción más suave y una mecánica menos castigada.
