Manuel Retamero habla sobre la influencia de la ausencia del ‘dieciocho’ en Alcorcón.
¿Dónde está Álvaro Rubio? Internamente me hago esta pregunta porque el domingo en Alcorcón no estaba el ‘dieciocho’ por culpa de su lesión, pero yo me esperaba que sobre el campo apareciese algo parecido a él; que se intentase que todo lo que él ofrece se pudiera ver en el campo, y no fue así.
Se me antojaba vital algo así para asegurar esa salida de balón que te da Rubio, aun sabiendo que las cualidades de su más que seguro sustituto se compaginase con una mayor asociación entre diferentes jugadores a los que Nafti pudiera buscar para dar más seguridad a nuestra circulación, y sobre todo porque el contrario sabe que sin Rubio es más fácil presionar la salida de balón a otro que en teoría no es una de sus virtudes.
Incluso, también, para que nuestros defensas tuviesen más opciones de pase con los que poder buscar la manera más segura de llegar al área rival con garantías. Para mí es fundamental que cualquiera de los jugadores que están por delante de nuestro creador intente asociarse a él con movilidad, con desmarques de apoyo, y de ese modo ofrecer una salida mas cómoda hacia la siguiente línea. Además, considero muy importante su presencia y todos deseamos que no lo note el equipo por el bien del mismo y de que se consiga el objetivo del ascenso.
Su baja, importantísima, la notamos también en las entradas al rival, con contundencia, siempre desde la elegancia que a él le caracteriza (no hace falta ser un escandaloso para que en cada entrada tengas opción de ver una tarjeta ya sea de un color u otro); o en que sin él vemos un distinto orden táctico defensivo en forma de ayudas que crean superioridad numérica y así auxilian a un compañero para, cuanto antes, recuperar el balón.
Hay momentos determinados de un partido en los que me gusta seguir una situación concreta -ejercicio que invito a hacer-, en ocasiones sobre la figura de Álvaro Rubio, que enlaza esa ayuda con un apoyo inmediato para empezar a elaborar el juego ofensivo o que dibuja en su plano de ingeniero la forma en que quitarle el balón al contrario.
Una vez que ya el equipo tiene la pelota, BUSCA la mejor toma de decisión para elaborar con más lentitud y tener más el balón o con mayor verticalidad si la situación lo requiere -o él lo entiende así- o hasta encontrar los espacios libres, creados por los compañeros y ayudados por su propia conducción de balón, su ‘paso y te apoyo’, que da pie a crear esos espacios a los que moverse para que él envíe el balón.
Así es el futbol moderno: antes de que yo tenga la pelota, ya he pensado lo que quiero hacer con ella y cómo debo hacerlo, me voy anticipando a la siguiente acción para ser más rápido que el contrario mentalmente y, en su consecuencia, táctica y técnicamente mediante gestos y movimientos.
El fútbol de rubio es de todo un ingeniero, pero no sólo de traje y corbata, sino de los que vienen desde abajo con el mono de trabajo y el casco, como un albañil, pero con una diferencia: no se olvida de que su traje y corbata, que le hacen ser más elegante a la hora de realizar una obra. Es el típico jefe al que no le importa mancharse y trabajar junto al obrero; un arquitecto capaz de diseñar lo mejor, y a la vez estar a pie de obra. Sin hacer ruido y sin molestar. Todo un ejemplo.