El técnico catalán firma por dos años y tendrá la obligación de devolver al conjunto blanquivioleta a Primera División

Rubi es el hombre. Será el hombre. El encargado de devolver al Real Valladolid a Primera División. A poder ser, ya la próxima temporada, aunque firma por dos años y, aunque aún no es oficial, llegará acompañado del cuerpo técnico con el que trabajó en el último banquillo en el que se sentó como entrenador principal, el del Girona.
Descartado el retorno de José Luis Mendilibar, el anhelo de Suárez, antes incluso de su firma por el Levante, la dirección técnica quedó en manos de Braulio Vázquez, que tenía como primer nombre en su lista de entrenadores al catalán, que desde el comienzo fue receptivo, a pesar de despertar el interés de otros clubes como el Real Betis Balompié, que será uno de sus principales rivales por el ascenso.
Las conversaciones, iniciadas hace semanas, se han demorado debido a que el Real Valladolid no había logrado cerrar aún su organigrama técnico y una palabra habitual en las negociaciones que entabla el club, proyecto, que era lo que pedía Joan Francesc Ferrer Sicilia para convertirse en inquilino de Zorrilla.
Esto, ¿qué quiere decir? Que Rubi no quería trabajar con la exigencia de subir el primer año. ¿Por qué? Porque existe la intención de manejar una plantilla corta, de no más de veinte jugadores, en la que varios de los jugadores del Promesas que vienen de ascender a Segunda B sean tenidos en cuenta, bien como parte del plantel o como complementos.
Esta ‘traba’ no significa que el de Vilasar de Mar no quisiera trabajar con la cantera, sino que, para asegurar un mayor tino, prefería hacerlo con paciencia, con la mirada puesta en la Primera División, pero sin que el ascenso fuera una obligación, como para el club debe ser por historia y por las apreturas económicas.
Sin embargo, esto no debe ser considerado un hándicap ni suscitar reservas hacia ninguna de las dos partes. Rubi quería entrenar al Real Valladolid y el Real Valladolid quería que Rubi fuera su entrenador. El mayor impedimento para el retraso de la firma no fue esta cuestión, debatida por el interés de la entidad en incluir una cláusula de escape en caso de no subir, sino el que existía a la hora de cerrar a sus ayudantes y, sobre todo, a los acompañantes de Braulio en la dirección deportiva.
De hecho, Rubi ha sido partícipe de la decisión de no contar con Javier Baraja –“consensuada”, reconoció esta semana Suárez en COPE Valladolid–, de permitir la salida de Daniel Larsson u otras que vendrán, como la esperada renovación de Álvaro Rubio o Víctor Pérez, la no continuidad de Jaime o la puesta en el mercado de Heinz, Rama o Bergdich.
