El Real Valladolid B se impuso con claridad al Navalcarnero, alcanza los nueve partidos sin perder y no lo ha hecho ante ninguno de los cinco primeros

Al principio fue el Rápido de Bouzas, sorpresa tras siete jornadas y revelación todavía ahora. Más tarde vendría el Fuenlabrada, que era líder, y aún lo es. El Rayo Majadahonda confirmó que nada es casual y el Fabril que había vida, y por tanto, también esperanza. El Navalcarnero venía avisado: el Real Valladolid B no es el que era, ha mejorado hasta el punto de acumular una racha de nueve jornadas sin ser derrotado. La última precisamente contra el quinto clasificado, que sucumbió en Anexos también.
Nada queda de aquel equipo que parecía desahuciado, al que muchos condenaron, la última vez, tras perder frente al Coruxo. Este domingo el Promesas se volvió a vestir de ‘matagigantes’, ese que tan bien le queda, para impedir la victoria en su casa de otro de los conjuntos que pelean por el play-off. No solo eso: venció en una imponente actuación colectiva a un Navalcarnero al que pudo golear en una primera mitad de tronío y campanillas.
Porque nada fue mal en esos primeros 45 minutos; nada falló. El filial blanquivioleta salió a tratar de mandar a su manera, que es robar y correr.
Javi Pérez embarró la salida de balón de los rojiblancos e interceptó el cuero cerca del medio campo, aún en el del rival. Se lo llevó a posiciones de ataque como alma que lleva el diablo. Y pronto, a los tres minutos, iba por delante y definió bien delante de Isma Gil para poner el tempranero uno a cero, que estuvo a punto de madrugar más, ya que antes de esa acción Mayoral tuvo otra por banda derecha que repelió la defensa.
El abulense fue un incordio para la defensa madrileña, incapaz de pararlo en la exhibición que dio en el primer tiempo. Si la premisa, como se le escuchó al portero al encajar el primer gol, era que el Promesas no corriera, fallaron. Domínguez era la brújula, todos los balones pasaban por él en el centro del campo, y él sabía cómo y hacia dónde dirigirlos: rápido al lado contrario a aquel del que provenían. Así encontró a Javi Pérez cayendo a la izquierda para enviar un servicio al área que, tras varios rechazos, ‘Mayo’ tiró al cuerpo de un defensor.
La forma que encontró el Navalcarnero de achicar fue replegándose, y ni por esas. Cerca de la media hora se produjo una combinación que reflejó el dominio local: con el rival así, metido en su campo, los blanquivioletas la tocaron varias veces atrás completamente en estático, como si los veintidós fueran figuras de un futbolín. Juntitos, los visitantes trataron de dar un paso hacia adelante. Y entonces, ¡zas!, Mario Robles dibujó una parábola a la espalda de la zaga que el viento mantuvo dentro del verde. El error de cálculo de los defensores hizo que reaccionaran tarde y, cuando lo hicieron, Becerra ya se encaminaba hacia el dos a cero, salvando la salida con una ‘picadita’.

Antes del descanso el central vallisoletano volvería a influir en una acción ofensiva, sorprendentemente, apareciendo como un extremo. Rompió por el sector derecho y se adentró por ese costado y, sin pensárselo, golpeó al palo contrario, en el sentido más estricto de la expresión, ya que la madera rechazó su remate. Fue la más clara para hacer el tercero, aunque las aproximaciones fueron continuas, gracias a la hiperactividad comentada de Mayoral, pero también a que el resto del conjunto de Rivera estaba también enchufado, del primer jugador al último.
Si hubiese llegado ese tanto, sin duda habría sido merecido, puesto que el Real Valladolid B fue muy superior. Ya en el segundo tiempo, contemporizó, fue inteligente y aguardó las acometidas del Navalcarnero, que tuvo el balón casi por primera vez. No obstante, la única forma que encontraron de poner a prueba a Dennis fue a través de dos disparos de falta directa de Onega, ante los cuales el cancerbero asturiano respondió con seguridad. Entre uno y otro, Samanes pudo sentenciar en un contragolpe, pero estuvo más atinada la zaga rojiblanca.
Cuando a Mayoral se le acabó la gasolina, Miguel Rivera optó por dar entrada a Alvarado. Los metros por delante eran los mismos, porque el Promesas nunca se hundió con el culo en el área, aunque sí tuvo cada vez menos posesión. Cidoncha remató al larguero en un testarazo en la más clara de los madrileños, que, en todo caso, nunca dieron la sensación de poder sumar ante un filial crecido, que no ha recibido un solo gol en los últimos cuatro partidos y alcanza los tres seguidos ganando en casa y los nueve en total sin perder.
Otro Goliat –el Navalcarnero, pese a su presupuesto, es un grande, en tanto en cuanto pugna por el play-off– sucumbió contra David, que ha visto perecer a tres de los primeros en su feudo. Uno en el que está forjando la permanencia, una que tiene por el momento a su alcance, con cuatro puntos de ventaja sobre el descenso y uno de margen sobre el play-out. Alivia, después de tanto, y también ante lo más próximo, que es la visita ante el Fuenlabrada. Pero, visto lo visto, que nadie descarte nada; este Promesas, ahora sí, anda bien erguido.
Real Valladolid Promesas: Dennis; Apa (Boselli, min. 90), Mario Robles, Velásquez, Moi; Miguel Marí, Antonio Domínguez (Corral, min. 82); Mayoral (Alvarado, min. 77), Javi Pérez, Samanes; y Becerra.
CDA Navalcarnero: Isma Gil; Stevens, Acosta, Álex González, José Antonio; Molina (Alonso, min. 55), Cidoncha; Cifo (Fran Santano, min. 46), Onega, Barbosa (Llario, min. 76); y Edgar.
Goles: 1-0, min. 3: Javi Pérez. 2-0, min. 30: Becerra.
Árbitro: Espasadín Cores, asistido en las bandas por Blanco Rodríguez y Gómez García. Amonestó a los locales Apa, Mario Robles y Antonio Domínguez y a los visitantes Molina, Alonso y Acosta.
Incidencias: Partido correspondiente a la 31ª jornada del Grupo I de la Segunda División B, disputado en Los Anexos ante más de trescientos espectadores.
