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El siempre inquieto Quique Pina

por Cristian Padilla
23 de noviembre de 2012
Quique Pina

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El empresario ha ejercido de manera directa la dirección deportiva del Cádiz, de forma indirecta la del Tenerife e intentó a hacer lo propio con el Real Oviedo, club al que trató de comprar sin éxito hace escasos días. Además, también es el único representante de los jugadores del Udinese en España.

 

Quique Pina1
Foto: ideal.es

Quique Pina es en el mundo del fútbol lo que podría denominar “un culo inquieto”. El máximo dirigente del Granada ha estado vinculado o ha intentado vincularse a numerosos clubes a lo largo de los últimos años. En su nómina de proyectos hubo muchos aciertos, pero también ha sufrido varios fracasos. El empresario murciano se presentará el sábado en Zorrilla con su mejor obra, un Granada al que consiguió ascender desde Segunda B a Primera en dos años, pero en el que su gestión no ha estado a salvo de polémicas.

La relación entre el fútbol y Quique Pina ha sido muy diversa a lo largo de su vida. El murciano fue futbolista de joven, llegando a jugar en equipos como el Murcia y el Mérida, pero en una mala tarde, una lesión de rodilla supuso un punto de inflexión en su manera de ver el fútbol. El hoy polifacético empresario murciano iba a pasar de un salto de los terrenos de juego a los palcos, de vestir de corto a vestir de traje, y de ver el fútbol como una pasión a verlo como un negocio.

Desde el momento en el que colgó las botas, Quique Pina dejó volar su imaginación con el fin de buscar la manera de vivir del fútbol de otra manera. La primera idea que se le pasó por la cabeza fue la de crear su propio equipo, el Atlético, un club de corta existencia que no tardó en desaparecer.

Pina optó entonces por utilizar su ya conocida verborrea y sacar partido de ella como representante de jugadores, y no tardó en hacer carrera de ello. Cristian Vieri, Juan Román Riquelme o Güiza, fueron algunos de los jugadores de relumbrón que pasaron por su cartera. También ejerció como intermediario en el traspaso de jugadores entre clubes, suyo fue el mérito de que Pedja Mijatovic dejase las orillas del Turia para recalar en el Real Madrid.

Su don de gentes fue fundamental para generar una fortuna que le permitió realizar un segundo intento en su sueño de tener su propio equipo de fútbol, esta vez lo llamaría Ciudad de Murcia. A pesar de esta línea de ganancias continuas que parecían alejarle de los terrenos de juego, Quique Pina decidió que no solo sería el presidente del nuevo equipo murciano, sino que volvería a ponerse las botas para ser jugador.

Pocos jugadores-presidentes ha tenido la historia del fútbol, y, sin duda, esta circunstancia pone en un compromiso al entrenador -Pina llegó a destituir a su ‘míster’ por no alinearle en un partido-. A pesar de las polémicas el proyecto fraguó y el Ciudad de Murcia fue ascendiendo categorías hasta alcanzar el fútbol profesional.

El conjunto rojillo se llegó a convertir en rival directo del Real Murcia, el equipo histórico de la provincia. Los de Pina llegaron a la Segunda División en la temporada 2003/04 y se mantuvieron, de forma consecutiva, durante cuatro temporadas, las dos últimas quedándose a las puertas de ascender a Primera División.

 

De Murcia a Granada

Quique Pina3
Foto: Marca

En 2007, con el equipo todavía en Segunda, la falta de apoyo institucional provocó el enojo de Quique Pina que decidió adoptar una decisión sin precedentes, vender el club al empresario Carlos Marsá, para que este lo trasladase a Granada y fundase el Granada 74, que ocuparía el lugar del ya desaparecido Ciudad de Murcia en la categoría.

Pina le vendió todas las acciones del club murciano y el cambio de sede y nombre se pudo realizar sin problemas. El segundo equipo creado por Pina dejaba de existir y el empresario murciano sacaba una gran tajada con ello.

La fortuna de Pina seguía creciendo y tocaba buscar nuevos proyectos. Llegó entonces su época de expansión en el panorama futbolístico, ya no solo nacional, sino también internacional. Durante sus años máximo dirigente del Ciudad de Murcia había entablado amistad con la familia Pozzo, propietaria del Udinese, club al que había traspasado a cuatro jugadores.

Tras quedarse huérfano de proyecto con la desaparición del Ciudad de Murcia, los Pozzo, que se habían hecho cargo de la deuda del Granada, contaron con él para que fuera el nuevo presidente de la entidad nazarí, por entonces (año 2009) en Segunda B.

Con la llegada de los Pozzo al Granada y de Pina a la presidencia comienza el intercambio de jugadores entre el Udinese y el equipo andaluz, un ‘negocio’ que le salió redondo al equipo de la ciudad de la Alhambra, al menos en lo deportivo, ya que en dos años pasó de la división de bronce a la Primera División, que no habían pisado en los 35 años anteriores.

Pero Pina no se conformaba con haber gestionado el ascenso y convertirse en presidente de Primera División. Quería más retos y miró hacia Cádiz, Tenerife e, incluso, a Oviedo. En la temporada pasada, 2011/12, Pina se propuso devolver a otro equipo andaluz al fútbol profesional, el Cádiz. El ‘submarino amarillo’ le contrató como gestor deportivo para diseñar una plantilla que lograse el ascenso a Segunda División.

Paralelamente, el Tenerife había solicitado sus servicios para el mismo propósito, el murciano decidió mandar a Canarias a uno de sus hombres de confianza, Pedro Cordero, que ya había sido director deportivo en el Ciudad de Murcia con Pina. Ni uno ni otro proyecto consiguió su objetivo, ambos equipos cayeron en la fase de ascenso a Segunda División.

Tras el fracaso, el Tenerife no renovó el contrato de Pedro Cordero, que era por un año. Por su parte, Quique Pina siguió empeñado en salvar al Cádiz, que no estaba en buena situación económica y trató de hacerse, sin éxito, con la mayoría accionarial. Pero Pina no tardó en encontrar otro objetivo, el Real Oviedo.

 

Cerca del Oviedo antes de que ‘se convirtiese’ en mexicano

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Foto: La Opinión de Granada

El club carbayón, ahogado por la situación caótica a la que había llegado de la mano de su anterior máximo accionista, Alberto González -que está en la actualidad en situacion de busca y captura por parte de la Interpol- necesitaba reconducir la nave hacia aguas más tranquilas.

El alcalde de Oviedo, Agustín Iglesias Caunedo, como máximo representante del Ayuntamiento, segundo máximo accionista del club, había planificado una “hoja de ruta” con la cual se iba a impulsar, en primer lugar, el nombramiento de un nuevo consejo de administración que gobernase el solar en el que se había convertido el Real Oviedo, con vacío de poder.

La idea del Alcalde era nombrar un nuevo consejo de administración y encomendar a Quique Pina la dirección deportiva. Las altas pretensiones del empresario murciano, que estaba muy interesado en el proyecto, hicieron que finalmente no se llevase a cabo su llegada al Oviedo el pasado verano. Pero Pina no cesó en su empeño de gestionar la parcela deportiva del Oviedo.

El nuevo consejo de administración de la entidad carbayona anunció la necesidad de convocar urgentemente una reducción de capital y una posterior ampliación -para salvar la causa de disolución-. El murciano aseguró entonces que reuniría a un grupo de empresarios para entrar en la ampliación del Real Oviedo y hacerse con el control del club.

La ampliación de capital del Real Oviedo finalizó el pasado fin de semana con un éxito increíble al suscribirse los cuatro millones de euros con los que el consejo de administración había estimado la viabilidad del club. La mitad de ellos fueron cubiertos por los pequeños accionistas, tras una campaña de movilización por las redes sociales sin precedentes en el fútbol español.

Pina, por su parte, había anunciado que entraría con un millón de euros, pero la expectación generada en torno al Real Oviedo llamó la atención de la primera fortuna del Mundo, Carlos Slim, que tras poner dos millones de euros, el doble que lo que iba a poner Pina, se llevó el gato al agua.

Mientras miraba de reojo a Oviedo, Quique Pina tenía que resolver en Granada sus malentendidos con el Ayuntamiento de la ciudad. Tras la finalización del anterior convenio, el Consistorio nazarí exigía al Granada unas cantidades económicas para conservar el uso y disfrute del Estadio de Los Cármenes, que el máximo mandatario del club no estaba dispuesto a aceptar. La presión de la afición y del propio Pina, que amenazó con llevarse al club a jugar fuera de Granada, hicieron que el Ayuntamiento rebajase sus pretensiones y se firmase un nuevo convenio, menos exigente para el club rojiblanco.

Este es Quique Pina, con sus luces y sus sombras se ha convertido en los últimos años en el principal exponente de lo que es el fútbol moderno. El empresario murciano ha escrito ya muchos capítulos de su biografía futbolera antes de visitar Valladolid este fin de semana pero, seguramente, quedarán muchos por escribir tras el paso de su equipo por el Nuevo José Zorrilla.

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