El Real Valladolid no terminó de sentirse cómodo sobre el césped de El Alcoraz. Los locales realizaron un buen partido y los blanquivioletas fallaron en los metros finales
“Soy yo. Soy bello. Soy feo. Soy alto. Soy bajo. Soy el delirio y la locura. Soy justo y soy injusto. Soy blanco, azul, negro, naranja; el de ayer, el de hoy, el de siempre. Soy la peor pesadilla y el mejor sueño. Soy mágico, único, inolvidable; perfecto. Soy poesía. Soy todas las preguntas y soy la respuesta. Soy la alegría para unos y la tristeza para otros. Soy el gol, y sin gol, no hay fútbol”. De esta manera se anunciaba, hace ya unos años, el canal de televisión GOL TV y, de la misma manera, se podría explicar porque este domingo el Huesca se quedó con los tres puntos.
El partido terminó con victoria local, pero sobre el verde la sensación no fue de superioridad –ni de unos ni de otros-. Pero esto es fútbol y lo que manda es el gol y los azulgranas lo consiguieron.
Un tanto que llegó tras una asistencia desde dentro del área a la frontal en donde Melero se convirtió en Kroos y con un disparo suave, pero colocado a la cepa del poste, perforó el arco blanquivioleta y dio los tres puntos a una SD Huesca que mostró una filosofía futbolística parecida a la del Real Valladolid
El resultado, ni merecido ni desmerecido, fue el que fue gracias al acierto de Melero desde la frontal. El Real Valladolid, que protestó un posible penalti sobre Nacho y un gol fantasma de Hervías tras un magnífico libre directo que Remiro sacó no se sabe si dentro o fuera, no consiguió nada positivo porque hoy no se tuvo el día. Pero ni hoy se ha vuelto a las andadas de los últimos años ni contra la Cultural fuimos los reyes de la categoría.
Durante buena parte de la primera mitad, los dos equipos daban la sensación de tener respeto al contrario, de ir midiendo fuerzas poco a poco. Rubi planteó muy bien el partido y su labor en el banquillo oscense se dejaba ver en el trabajo de sus chicos; presión alta y un juego en el que se intentaba minimizar los balones en largo. Algo a lo que este año nos tiene acostumbrado el Pucela. Esa similitud en la forma de jugar provocó que durante los primeros 35 minutos apenas se produjeran dos ocasiones claras, pero los porteros, con sendas intervenciones, se impusieron tanto a Hervías como a Sastre.
La igualdad reinante se esfumó en el minuto 37 por medio de Melero. El centrocampista madrileño con un disparo suave y lleno de calidad, puso por delante a los suyos y, a la postre, dio la victoria a los oscenses. De ahí hasta el 45’, el Real Valladolid se vio superado y agradeció la marcha a vestuarios.
Tras el receso, vuelta a la igualdad. No obstante, una equidad que estuvo marcada por un menor juego en el centro del campo y mayor presencia del balón en las dos áreas, pero que, de nuevo, no estuvo acompañada de grandes ocasiones. El Huesca salió fuerte de vestuarios y el Pucela supo dejar pasar los primeros minutos sin sufrir en demasía.
Con las dos áreas como protagonistas, lo cierto es que tanto Remiro como Masip no se vieron obligados a ser protagonistas porque ambos equipos fallaban en lo mismo; en los metros finales. Los blanquivioletas tuvieron las ocasiones más claras en botas de Villalibre, que entró en el 56 por Plano, y Mata, sin embargo, la falta de puntería a pocos metros de la meta contraria imposibilitó sacar algo positivo de El Alcoraz
El Real Valladolid lo intentó en los últimos minutos del partido con uno menos debido a la expulsión de Míchel, que no llegó a jugar ni 20 minutos, pero fue imposible. El Pucela no estuvo certero en los últimos metros. Mata, esta vez, no apareció, el equipo le echó de menos y el Real Valladolid perdió.