Dos victorias y dos derrotas, balance de un mes en el que las sensaciones dejadas por el Real Valladolid no fueron las mejores.
Febrero es el mes más corto del año, sin embargo este mes fue lo suficientemente largo como para que las dudas volvieran a instalarse en el seno del Real Valladolid. Y es que el conjunto pucelano sumó en el segundo mes del año en cuatro partidos tantas derrotas como las que llevaba hasta el momento en lo que iba de Liga. Un balance total de dos victorias y dos partidos perdidos que, sin embargo, no ha separado en exceso a los albivioletas de la lucha por el ascenso directo.
En el primer partido de febrero llegó, no obstante, la mayor goleada liguera de la temporada. El rival invitaba bastante a ello, el Nàstic de Tarragona, un equipo que tiene en los de Djukic a su particular bestia negra. No es para menos, ya que en tres partidos jugados entre ambos conjuntos en la presente temporada (dos de Liga y una de Copa) el balance ofrece un sonrojante trece a cero.
En esta ocasión el marcador reflejó un contundente cuatro a cero en el que colaboró especialmente con sus goles un inspirado Óscar, que anotó tres tantos y firmó así el primer hat-trick de su carrera deportiva. Javi Guerra fue el encargado de cerrar la cuenta con el cuarto gol.
Las dudas empezaron a llegar en la visita al campo de unos de los equipos que pugnan por acabar la temporada arriba. Un Córdoba que está sorprendiendo a los entendidos de la categoría de plata con su juego y que también ha mostrado sus bazas llegando bastante lejos en la Copa.
Ante los verdiblancos el Real Valladolid cuajó, probablemente, el peor partido de la temporada. Los de Paco Jémez maniataron el juego de toque pucelano con una fuerte presión que asfixió por completo a los blanquivioletas. El resultado, dos a cero, pudo llegar a ser incluso mayor si los disparos de López Silva que dieron en el palo hubiesen ido unos centímetros más adentro. Patiño y Borja García fueron finalmente los goleadores en este partido.
Tras una semana con dudas, la visita del Girona se presentaba como una ocasión inmejorable para volver a demostrar una buena imagen. Los de Uribe, hundidos en la tabla, llegaban a Zorrilla sin haber conocido la victoria como visitantes y, tras pasar por el coliseo pucelano, siguieron sin saberlo.
Sin embargo, la imagen de los blanquivioletas distó bastante de ser la vista quince días antes ante el Nástic. Los aficionados vieron a un Valladolid poco alegre en ataque que vivió de la renta de un solitario y tempranero gol de Víctor Pérez de penalty. No obstante, los de Djukic supieron controlar al Girona a lo largo del partido salvo en los últimos minutos en los que los catalanes dieron un empujón en busca del empate.
Febrero no fue un buen mes para las visitas y prueba de ello fue lo vivido hace escasos días en la Nueva Condomina. El Murcia era el último escollo antes de afrontar las batallas ante los rivales directos y era una buena oportunidad para dar un golpe sobre la mesa antes de jugar ante los Celta,Elche y Almería.
El conjunto de Iñaki Alonso, además, afrontaba el partido tras sumar cuatro derrotas consecutivas. A pesar de todo ello, de la necesidad y supuesta facilidad de la victoria, los de Djukic con las bajas importantes de Óscar y Javi Guerra fueron incapaces de sacar nada positivo de territorio murciano. Y como no hay peor cuña que la de la propia madera, el encargado de darle la puntilla al Real Valladolid fue Óscar Sánchez, uno de tantos ex que militan en la categoría.
La cuesta del mes de febrero ya es historia, se ha hecho más empinada de lo que parecía pero ahora llega el auténtico Everest. Para escalarlo como es debido habrá que aprender de los errores de las últimas semanas pero para guiar a los blanquivioletas a alcanzar la cima hay un gran “Sherpa” en el banquillo, el bueno de Miroslav Djukic, toda una garantía para llevar a los suyos a la gloria.