Juan Martín Boselli destaca por su potencia y velocidad, que incrementará las opciones del filial en los costados
El Real Valladolid no terminó de trabajar en la confección de sus plantillas el último día del mes de enero. Todavía quedaban balas en la recámara, opciones como la última confirmada para el Promesas, la incorporación de un Juan Martín Boselli que llega a préstamo procedente de Peñarol de Montevideo hasta junio de 2019.
El wing (extremo) uruguayo es precisamente eso, una bala que viene a incrementar los recursos de Miguel Rivera para los costados. Es un jugador potente, con una gran punta de velocidad, que refuerza una zona deshabitada en puridad, en la que no hay futbolistas demasiado naturales, a tenor de lo visto por las numerosas actuaciones por fuera de Miguel, demostrado delantero.
Si el filial fuera un revólver, podría decirse que se ha encasquillado en demasiadas ocasiones debido a la falta de acierto o rendimiento de algunos de sus jugadores ofensivos (o incluso todos).
Con la pólvora mojada a veces, otras en el tambor no ha habido proyectiles, como si un olvido hiciera que estuviera jugando a la ruleta rusa con el enemigo. Domínguez, ya en dinámica de equipo, y Boselli, deben ser balas de bronce, el color con el que se asimila una Segunda B que se quiere mantener.
Por una u otra banda
Anunciado por el Real Valladolid como extremo derecho, es ahí donde Boselli ha actuado más durante los últimos tiempos, pues es diestro de pie hábil. Cuando juega en su lado natural puede hacerlo hundido, casi como lo que históricamente se conocía como interior, aun jugando por fuera. Y es que parece más apto para rendir mejor con metros por delante, buscando desasirse de su par en velocidad, su principal característica.
También, porque es sacrificado en el trabajo y puede ser quien robe el cuero para lanzarse al contragolpe en conducción, como suele lanzarse cada vez que puede, con la intención de aproximarse lo más posible a la línea de fondo y centrar. Esta actitud es semejante a la que tiene cuando actúa como extremo izquierdo, a diferencia de que entonces busca finalización por dentro, previa diagonal. Entonces trata de mostrar su fuerte disparo y de hacer gol: cuatro hizo (más dos anulados) con Juventud de las Piedras, donde ofreció su mayor rendimiento.
“Quiero llegar a Europa y mantenerme”
El nuevo atacante del Promesas intentó dar el salto en 2015, cuando todo parecía listo para recalar en el Cartagena. Todo… menos el visado de los cuatro jugadores que vinieron con Julio Ribas, que fue mánager general del Efesé. Aunque realizó la pretemporada, no se pudo quedar debido a esos problemas burocráticos y le tocó volver a su país. Bendito retorno, porque a partir de entonces comenzó a destacar.
En Uruguay arrastraba el sambenito de ser hijo de Pablo Boselli, otrora jugador profesional de pádel que consiguió más de cuarenta títulos en su trayectoria, muchos de ellos a nivel internacional. Hoy es su representante (no solo: representa a multitud de futbolistas de su país, algunos de ellos militantes en otros clubes españoles), lo que no obsta la crítica.
“No está preparado para entrar a jugar y ser figura en un grande; lo que sí tiene es proyección”, dijo antes de que firmase por el Peñarol. “Tiene cosas interesantes”, como la velocidad, destacaba entonces, cuando pedía “tiempo al tiempo”. Y así fue, en el corto plazo no pudo destacar en los aurinegros y salió a Wanderers en busca de su mayor nivel; sin embargo, tampoco tuvo muchos minutos antes de recalar en Valladolid.
Lo que no quita que pueda hacerse el hueco deseado en Europa a través del Real Valladolid Promesas. De aquel sueño de dar el salto y afianzarse hablaba recientemente en una entrevista conjunta con su padre y con su hermano pequeño Juan Manuel, también futbolista: “Me gustaría pegar el salto a Europa. Creo que estoy preparado. Quiero llegar a Europa y mantenerme”.
Ese “mantenerme” tiene que empezar no solo por él, sino también, y quizá sobre todo, por el equipo en el que recala. Si al contrario de lo que le pasó en Wanderers es capaz de recuperar el buen hacer que mostró en Juventud de Las Piedras, donde marcó aquellos cuatro goles en 1.499 minutos disputados en liga (repartidos en veintiséis partidos) y llegó a jugar dos vece en la Copa Sudamericana.