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Ni Simancas ni Urueña: este pueblo de Valladolid acogió uno de los hechos históricos más importantes de la Era Moderna

por Miguel R. R.
27 de octubre de 2025
Valladolid acogió uno de los hechos históricos más importantes

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Mientras que en pueblos bellos como Urueña el atractivo es la muralla y las librerías y en otros como Simancas el Archivo se eleva al cielo como quien quiere presumir de una corona, lo cierto es que es otro pueblo quien porta el privilegio de haberse repartido el mundo. En la historia de nuestro país, España, este pueblo a pocos kilómetros de Valladolid, se cita con la historia universal. Es Tordesillas el pueblo que se levanta sobre el Duero con la discreción de quien sabe que no necesita presumir por haber sido el lugar de la cita que cambiaría el rumbo del planeta hace más de cinco siglos.

Mientras otros pueblos presumen de sus castillos o de sus atractivos sociales, aquí se puede sacar pecho de lo que fue Tordesillas una vez para el mundo. La firma de los documentos que se cerraron en este pueblo fue nada más y nada menos que el conocido como Tratado de Tordesillas, un documento que, con toda la castellanía del mundo, nunca mejor dicho, partió el globo terráqueo en dos.

La villa que repartió el mundo a 28 kilómetros de Valladolid

Hoy, unos 8500 vecinos pasean por calles que respiran historia. Lo primero que se encuentra el visitante es su puente medieval, una maravilla de piedra que invita a imaginar desfiles de embajadores o, más modestamente, a hacerse la foto para presumir en el grupo de WhatsApp. Cruzarlo es casi un ritual: una forma de saludar a la villa antes de retroceder unos cuantos siglos. Al otro lado espera Tordesillas, con todos sus títulos pomposos de “muy ilustre, antigua, coronada, leal y nobilísima”, que no son poca cosa para un pueblo que cambió el curso del mundo.

En los márgenes del casco urbano se alzan las Casas del Tratado, el lugar donde, un 7 de junio de 1494, se decidió con toda naturalidad cómo se repartía el planeta. Los reyes de Castilla y Portugal mandaron a sus emisarios para trazar una línea imaginaria a 370 leguas de Cabo Verde. A un lado, los dominios portugueses; al otro, los castellanos. El resultado le dio Brasil a Portugal y el medio mundo restante cayó del lado de España. Todo acordado en una villa vallisoletana que, sin quererlo, acabó escribiendo una de las páginas más decisivas de la Era Moderna.

Entre el Tratado y Juana la Loca

Pero Tordesillas no es solo diplomacia imperial. También tiene su capítulo de drama real con Juana I de Castilla, más conocida como Juana la Loca, una reina que vivió encerrada casi medio siglo en el Real Monasterio de Santa Clara. El edificio, de estilo mudéjar y con una belleza tan austera como hipnótica, fue su hogar y su celda desde los 30 hasta los 75 años. Allí pasó los días rezando, cantando y hablando con el recuerdo de su amado Felipe el Hermoso, mientras el poder se lo disputaban su padre Fernando y su hijo Carlos. Casi nada.

El monasterio, hoy visitable, conserva ese aire solemne que mezcla historia y tristeza. Uno camina por sus patios y es fácil imaginar a Juana mirando por una ventana, ajena al ruido del mundo, mientras fuera se decidía el destino de los océanos. Y es que Tordesillas no fue un escenario cualquiera. En pleno siglo XV, mientras media Europa aún discutía sobre mapas que parecían dibujos de niños, aquí se fijó esa línea que definió culturas, lenguas y fronteras.

Lo que empezó como un pulso entre reinos acabó siendo una de las decisiones más influyentes de la Era Moderna. Hoy, el pueblo vive en paz, con su ritmo tranquilo y sus bares donde el vermú compite con la historia. Pero basta una mirada al río o una visita a las Casas del Tratado para entender que, sin Tordesillas, el mundo tal y como lo conocemos sería otro. Así que, sí: ni Simancas ni Urueña. El centro del mapa estuvo y sigue estando en Tordesillas.

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