Mientras en España muchos jóvenes con trabajo siguen atrapados en casa de sus padres, luchando contra alquileres imposibles y listas de la compra cada vez más caras, otros han optado por hacer las maletas y buscar fuera lo que aquí parece un lujo. Uno de esos jóvenes es David Jiménez, malagueño de 33 años, que lleva seis enseñando inglés en Hanói, Vietnam, y no se plantea volver.
“En Málaga era imposible independizarme”, confiesa el jóven. Lo hace sin dramatismo pero con algo de resignación, pues esta sensación solo la tienen quienes ya han cruzado el océano en pos de una vida mejor lejos de la tierra. Precisamente en Vietnam es donde ha volado este muchacho, que comenta que en este país la vivienda no es una pesadilla.
“Aquí puedes vivir en un apartamento con dos habitaciones por 400 euros o en un estudio por 120”, explica. Algo que en España sería una utopía, allí es simplemente la normalidad. Y no solo la vivienda, pues la comida, tanto en casa como fuera, es muchísimo más asequible. “Comer en un restaurante extranjero cuesta entre cinco y diez euros, pero un plato vietnamita te sale por solo un euro”, cuenta David. En otras palabras, en Vietnam con un billete de diez euros te puede dar da para varios días; mientras que en España apenas para poder pagar un menú de comida rápida.
La vida digna de David Jiménez en Vietnam
Pero la diferencia no está solo en los gastos, sino también en los ingresos. En Hanói, David cobra algo más de 2000 euros mensuales por 32 horas de trabajo semnaal. “En España no tendría este salario ni esta calidad de vida”, admite el jóven. Su rutina, lejos de ser un lujo, es la de alguien que ha encontrado el equilibrio trabajando de lunes a viernes. “Tengo tiempo libre y puedo viajar. Y aquí se puede vivir bien con mucho menos de mil euros al mes”, comenta orgulloso, por haber podido conciliar la necesidad de ganarse la vida y vivir.
La ecuación es sencilla. Tiene menos gastos, más sueldo y más ahorro, por lo que se permite poder hacer uso del mismo viajando. Algo que en España se ha convertido en una misión imposible, en Vietnam es una consecuencia natural de la realidad del país. Es por eso que, aunque reconoce que estar lejos de su familia y amigos es algo muy duro, asegura que la balanza se inclina hacia el lado positivo.
Un viaje valiente en un momento complejo
“Echo de menos planes, bodas y momentos importantes con los míos, pero estoy muy feliz con mi vida aquí”, comenta. Su historia empezó antes de la pandemia, pues estaba sin trabajo pero con un plan claro para poder avanzar en la vida. Una amiga le dijo que Vietnam le podía ofrecer muchas oportunidades, ya que había buenas ofertas para profesores que tuvieran un buen nivel de inglés.
“A las dos semanas ya estaba trabajando”, recuerda. Desde entonces, no ha parado. Y aunque el país ha cambiado tras la crisis sanitaria, él se siente plenamente integrado. Habitualmente publica en sus redes sociales los viajes que hace por el sudeste asiático, así como sus aventuras gastronómicas y, de paso, demuestra que emigrar no siempre es un sacrificio, sino a veces una reinvención para poder cumplir tus sueños.
¿Volver a España? De momento, lo descarta sin rodeos. “Me gusta mi estilo de vida y, económicamente, es una opción mucho mejor para mí.” Quizá algún día cambie de país, pero no de rumbo, pues seguir buscando lugares donde vivir sin sentirse asfixiado por la hipoteca o el alquiler parece ya uno de sus objetivos. El caso de David es el retrato de una generación que se ha cansado de esperar soluciones y ha decidido buscarlas por su cuenta. Jóvenes preparados, trabajadores y sin miedo a volar.