Análisis del próximo rival del Real Valladolid

Las jornadas pasan lenta pero inexorablemente y, aunque parezca que el Real Valladolid se ha quedado fuera de la Liga por eso de que el resto sí juegan mientras toca ver todo por la tele, nada más lejos de la realidad. Diecisiete días después es el momento de despertar, de volver a la realidad de los terrenos de juego.
Y el rival para la vuelta al cole no es sencillo, precisamente. El que en principio parecía que iba a ser un enemigo por la permanencia en las últimas jornadas no es finalmente tal. Hablamos del Celta de Vigo, virtualmente salvado y que llega al choque sin mucha presión pero con ganas de cerrar de manera definitiva la tan ansiada continuidad en la Liga de las estrellas.
Un Celta espabilado
Bien han sabido buscarse las habichuelas los de Luis Enrique, quienes a mitad de campaña parecían destinados a sufrir. Con cuarenta puntos en el casillero, a ocho de los puestos rojos que marca el Getafe antes de que comenzara la jornada y decimosegundos en la tabla, la permanencia parece asegurada para el año que viene, si bien no conviene nunca despistarse hasta que el tema sea matemático.
No hay nada como sentirse con la soga al cuello para meter el turbo, o al menos así lo han vivido los celestes. Baste decir que concluyeron la primera vuelta del campeonato con diecinueve puntos en su haber mientras que ahora, a falta de cuatro partidos por disputarse, ya cuentan con los nombrados cuarenta. Más recompensa en menos espacio de tiempo.
Sobra decir que el segundo round de los vigueses está luciendo bastante más que el primero, donde solo consiguieron cinco de las once victorias con las que cuenta en la actualidad. Después del susto del año pasado, cuando resurgieron precisamente en Zorrilla para salvarse de manera casi milagrosa, parece que este año no habrá tanto sufrimiento.
Y esas son las sensaciones con las que se vive ahora mismo en Balaídos, donde por cierto el Celta es el tercer peor local solo por delante de Betis y Getafe, con 19 de 51 puntos posibles. Se es consciente de que el trabajo duro está hecho, que el equipo ha tenido momentos de altibajos y de peor y mejor juego, pero al final lo importante es salvarse, tarea prácticamente realizada. En ese sentido, corren tiempos tranquilos.
A golpe de remo

Como en el fútbol no hay mejor manera de tener contentos a los aficionados que ganando, a eso se ha dedicado el Celta en recientes jornadas. Con siete puntos en las últimos cuatro choques –victoria ante Sevilla (1-0), previsible derrota con Barcelona (3-0), empate en Anoeta (2-2) y triunfo en la visita al Almería (2-4)-, todo se ve mucho más fácil.
Ha sido precisamente este último partido la confirmación de un año más en la élite. Con un juego contundente, agradable y ante el que otra afición tan necesitada solo pudo aplaudir, los de Luis Enrique terminaron de dar carpetazo a la salvación de la manera más elegante.
También hay que decir que con ciertos jugadores de quilates con los que cuenta en su plantilla, todo es más sencillo, claro. La baza ofensiva está más que cubierta con dos miuras como Nolito (diez dianas) y Charles (nueve), la pareja pichichi celeste y que hace bailar al son al resto del equipo.
¿Las bazas del Pucela en Balaídos? La ya nombrada incompetencia de los vigueses como locales, único equipo peor en casa que fuera, el 3-0 de la ida con un Javi Guerra estelar y la ya nombrada posibilidad de relajación al estar casi salvados. Que no es poco.
Curiosidad del rival de esta jornada: Tan criticado hoy día en muchas ocasiones cuando juega con el FC Barcelona, lo cierto es que José Manuel Pinto consiguió alzarse recientemente con un Trofeo Zamora cuando jugaba en el Celta. Fue en la temporada 2005/2006, cuando el portero fue el menos goleado al encajar 28 tantos en 36 partidos, un coeficiente de 0’78 de media.
