Arnau Rafús hizo su debut en Primera División con el Real Valladolid en Anoeta, en una derrota más de los blanquivioletas, que cosecharon un 2-1 contra la Real Sociedad. El guardameta catalán, que llegó a Zorrilla durante el verano de 2023 y que venía desempeñando las funciones de tercer portero del primer equipo desde entonces, con la salvedad de los meses en los que Álvaro Aceves estuvo en el Promesas, vivió así en el feudo donostiarra lo que para todo futbolista es un sueño: debutar en la conocida como LaLiga EA Sports.
En su estreno en la élite, Arnau Rafús completó sin paradas los 90 minutos, puesto que el conjunto txuri-urdin solamente disparó entre los tres palos dos veces de las 15 que remató sobre el arco. No obstante, hizo un despeje de puños, recogió algún que otro envío de centros puestos por el rival y mostró nervios de acero en salida de balón, ya que hasta en tres ocasiones se vio bastante presionado por Oyarzabal y salió bien del atolladero.
Su actuación en los tantos de la victoria realista, sin pretender señalar, puede ser revisable, quizás, sobre todo, en el 1-0, en el que, no obstante, después del resbalón de Torres, por más que pudiera estar mejor colocado, el tiro de Oyarzabal es fuerte y prácticamente a bocajarro. En el segundo, entretanto, es el despeje fallido de Latasa lo que le deja ‘vendido’, y aunque reacciona, puede que sea tarde -así lo fue- como para evitar a la postre el tanto.
“Sensaciones agridulces”
Al término del encuentro, el meta pasó por los micrófonos de DAZN, ante los que reconoció tener “sensaciones agridulces”. Por un lado, se mostró “jodido por no poder conseguir los tres puntos”, ya que cree que el Pucela está “trabajando muy duro en el día a día” para poder brindárselos a la afición. Por otro, dijo estar “contento” con su estreno, después de haber “trabajado mucho” hasta poder llegar a tener esta oportunidad en Primera.
En opinión de Arnau Rafús, el Real Valladolid peleó “hasta el final” y tuvo “ocasiones”, aunque, lastimosamente, no concretase más que una. “Vamos a seguir así; este es el camino. El equipo quiere y vamos a pelearlo hasta el final, esforzándonos mucho”, aseveró el debutante, y por quien André Ferreira siguió sentado en el banquillo.
La razón la esgrimió Álvaro Rubio, y no es otra que el portugués solo completó una sesión con el resto del equipo, además de venir de varias semanas de inactividad. Según explicó el entrenador antes y después del encuentro, su confianza en el portero del Promesas era toda, e incluso definió lo sucedido como algo “consensuado” con los guardametas, no solo como una decisión madurada y razonada en las anteriores circunstancias.