El Real Valladolid se deja remontar un partido que ganaba por dos goles a cero en el descanso. Un mal arbitraje y una expulsión pusieron el primer ladrillo y un Numancia efectivo en el segundo tiempo terminó de dar la puntilla
Primer acto:

Suena el pitido inicial. El Numancia saca de campo y el partido comienza. Tras unas jugadas sin peligro, los rojillos, en el minuto 3, consiguen un gol. El partido se pone cuesta arriba. Los sorianos se dedican a defender durante noventa minutos y el Real Valladolid es incapaz de superar la defensa numantina. Y entonces el aficionado, se pellizca y despierta.
José Zorrilla no era un autor dado a las tragicomedias, o en este caso a la tragedia, directamente. Por eso, lo de este domingo, ni el prolífero autor que da nombre al estadio lo hubiera imaginado. Si hubo gol del conjunto visitante, pero esta vez, fue anulado. El gol de Manu del Moral no subió al marcador por un ajustado fuera de juego. Y menos mal, porque ya van siete veces en las que el Real Valladolid encaja antes del diez. Este domingo se salvó por el línea y unos escasos centímetros.
Curiosamente, le sentó bien el susto al equipo de Luis César, ya que en la jugada siguiente, Cotán primero y Toni a continuación, estuvieron a punto de conseguir el primer gol válido de la fría tarde.
No lo consiguieron porque Aitor Fernández estuvo enorme en las que fueron, posiblemente sus dos únicas intervenciones de mérito. Solo habían transcurrido cuatro minutos y ya rondaba el tanto.
Hubo que esperar ocho minutos más para que el pichichi de la categoría –y menos mal– Jaime Mata, pusiera por delante a los blanquivioletas. Un balón al espacio de Iban Salvador y una pifia de Dani Calvo al intentar despejar, hizo que mata se plantará completamente sólo y con mucho tiempo para pensar delante de Aitor Fernández. El ‘9’ no perdonó. A la cazuela.
Y cuando uno tiene la suerte de cara, la fortuna le busca. Mata, en el 17′, añadía una muesca más a su revólver tras rematar un centro raso de Nacho desde la izquierda. ¡Menos mal que el comienzo fue un mal sueño, una pesadilla, menos mal que el pellizco sirvió para despertar!
Los veinticinco minutos restantes, sin un dominio claro, sirivieron para mostrar una buena imagen del Real Valladolid. Con Guitián haciendo buenas coberturas a los centrales, Anuar y Cotán manejando bien al equipo y con unos Toni e Iban Salvador bastante móviles, el equipo tenía todas las de ganar. Tan sólo Manu del Moral, con su velocidad, conseguía inquietar a la zaga local.
Segundo acto:
El aficionado ha despertado de su sueño. Se da un paseo por el estadio, charla con unos y con otros y, tras quince minutos, regresa a su localidad. Mata va a sacar de centro y la segunda parte comienza. El Pucela se echa atrás, se olvida de la pelota; recibe un gol. Los blanquivioletas no reaccionan. Se echan más atrás. Expulsan a Kiko Olivas. Encajan el segundo gol. Y luego el tercero. Y entonces se pellizca. Y duele. Y no despierta. Y se da cuenta que es la realidad. El Numancia ha remontado el partido.
Pues sí. El Real Valladolid desperdició en la segunda mitad la renta de dos goles y terminó perdiendo el partido. La reanudación trajo consigo una de las versiones más grises de este Pucela en lo que va de año. Sin ideas, sin juego y, en el tercer y definitivo gol, sin intensidad. Si a eso le sumas un arbitraje cuanto menos ‘poco casero’ se forma una fórmula cuyo resultado final es una vergonzosa derrota.

Salieron los de Luis César metidos atrás en la segunda parte. Como el propio míster comentó hace una semana, “ir por delante te permite usar armas como el contraataque”. Ese parecía el plan, desde luego. El tema es que Cotán y Anuar desaparecieron del mapa: ocupados en defender, no pudieron generar. Pasó lo mismo con Toni e Iban Salvador. Mal asunto.
Míchel, que cuando las cosas van mal suele ser el primer recambio, apenas calentó. Con el centro del campo hundido, llegó el primer gol visitante. Nacho falla en su marca, el otro Nacho, el del Numancia, se va perfectamente de él y define fuerte y raso ante Masip. Se olía el miedo.
Y entonces llegó el factor que desembocó en tan fatídico desenlace. En el 66’, Kiko Olivas, que ya había visto una tarjeta amarilla en la primera parte por cortar una contra, vio la segunda por una falta en un lateral. El colegiado, siguiendo en su línea en el día de hoy, decidió expulsar al central. Luis César ante este hecho, no vio necesario reforzar al equipo y Guitián pasó al centro de la zaga.
Si el centro del campo ya estaba hundido con tres hombres, se pueden imaginar con dos. El Numancia, sin exhibir músculo, dominaba el esférico y causaba peligro. Solo cuatro minutos después de la expulsión y con un Real Valladolid en depresión, Carlos Gutiérrez empataba el partido con un magnífico testarazo. Ahí el Pucela dio alguna sensación de orgullo y tuvo la única ocasión de la segunda mitad, a pies de Mata, que no atinó con su remate.
El aficionado, llegado el minuto 80 tenía el brazo completamente rojo de tanto pellizco, pero no despertaba. Y faltaba lo peor. En el 84′, un córner se tradujo en el gol de la remontada, obra de Guillermo. Una terrible y vergonzosa falta de actitud, con todos los futbolistas viendo pasar el balón y sin moverse, concluyó con un rebote dentro del área y con el gol del delantero rojillo.
¿Y ahora qué?, cabe pensar. El equipo está en caída libre, solo una victoria en ocho partidos, y encima con una crisis en el juego y en la filosofía inicial. Muchos interrogantes, pocas respuestas y unos play-off que ya están, mínimo a cuatro puntos.
